Binder:“el pensamiento democrático es apenas un barniz en la sociedad política del mundo”

El jurista participó del seminario-taller: “Una mirada integral sobre la ciudad de Neuquén en clave de Políticas Públicas y Derechos Humanos”. Disertó sobre la gestión de la conflictividad y violencia.

Alberto Binder es fundador y actual vicepresidente del INECIP (Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales). Preside el ILSED (Instituto Latinoamericano sobre Seguridad y Democracia). Es miembro titular del Instituto Iberoamericano del Derecho Procesal Penal y dirige el CEPPAS (Centro de Políticas Públicas para el Socialismo). Es asesor del CEJA OEA (Centro de Estudios de Justicia de las Américas).

Ayer expuso en el contexto del seminario-taller “Una mirada integral sobre la ciudad de Neuquén en clave de Políticas Públicas y Derechos Humanos”, que impulsan la secretaría de Desarrollo Local de la Municipalidad de Neuquén, Plan de Desarrollo Sustentable para la ciudad de Neuquén, Observatorio de Derechos Humanos de la Nación sede Neuquén, Centro de Estudios e Investigación en Asuntos Cooperativos (Ceiac) de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional del Comahue, Universidad Nacional de General Sarmiento, InReDeS, y Fundación Otras Voces.

“Todos tenemos hoy día una percepción cotidiana de que estamos viviendo en una sociedad con mayores niveles de conflictividad y violencia”, afirmó el abogado al comienzo de la charla. “Lo primero que tenemos que superar frente a esta experiencia cotidiana es la idea de peste. Lo que tendemos a pensar es que esto es algo que nos ocurrió, que aconteció. Como si de repente la sociedad se hubiera enfermado de algo, que no sabemos que es”, sostuvo.

Señaló que a la hora del análisis es necesario salirse de dos arquetipos: la visión moralista y la que le asigna solamente a la pobreza, a la construcción de condiciones de igualdad y de dignidad, la resolución del problema. El primer paradigma se basa en la creencia de que la violencia y la inseguridad son el resultado de “una especie de decadencia moral, se trata de que no educamos bien a nuestros niños, o la moral antigua era mejor”. El segundo modelo relaciona el fin de las desigualdades con el ocaso de los conflictos: “Eso no solo lo demuestra la experiencia comparada, donde tenemos sociedades muy ricas con graves problemas (...) sino que tiene además otra visión negativa; los sectores empobrecidos no son los que realizan los actos de criminalidad, de inseguridad, de un modo determinante”.

Indicó que estos dos esquemas: “no nos van a permitir generar un plan estratégico desde el Estado”.

 

Las políticas del orden vs la gestión de la conflictividad

“Una sociedad que está viva, una sociedad que crece, una sociedad que existe es una sociedad que tiene conflictos”, postuló Binder. Y agregó que uno de los elementos centrales en el cambio de una política autoritaria a una política democrática está vinculado con el cambio de mirada sobre el conflicto.

En este sentido, el jurista destacó que la tradición del pensamiento político occidental está fundada en la idea del orden. Esta concepción parte de que se puede organizar una sociedad, cual biblioteca, y que hay un grupo que se impone al resto, pues tiene en claro cómo hacerlo.

“No es lo mismo decir: voy hacia una sociedad ordenada, que decir voy hacia una sociedad pacífica. Una sociedad pacífica no tiene porque ser una sociedad ordenada. En la experiencia cotidiana nosotros podemos tener familias perfectamente ordenadas y muy violentas, y familias que son pacíficas y desordenadas, porque gestionan las cosas de otra manera”, completó.

Binder definió a las políticas de gestión de la conflictividad como aquellas que diseñan los métodos de intervención orientados a evitar el abuso de poder y la violencia. El hecho de que no haya muchas experiencias en este campo se debe –dijo- a que: “el pensamiento democrático es apenas un barniz en la sociedad política del mundo, no de la Argentina, así que estamos empezando a extender el pensamiento democrático a un montón de áreas donde todavía ni siquiera ha llegado”.

Sobre este punto se refirió a que incluso Estados Unidos, signado como el lugar de la democracia por excelencia, transita una etapa epitelial. “Si hay una sociedad que no tiene capacidad para gestionar los conflictos y por lo tanto tiene tres millones de personas presas, es Estados Unidos”, manifestó.

Son cinco los niveles dentro de las políticas de gestión de la conflictividad: la articulación con sectores sociales (organizaciones civiles), la promoción de modelos de referencia (la buena fe en los negocios, la buena vecindad), la intervención de los ámbitos de conciliación (justicia de paz, tribunales vecinales, las comisiones vecinales de mediación), el arbitraje de los sistemas de autoridades (los tribunales de falta, la justicia administrativa y civil), y el uso legítimo de la violencia (justicia penal). El abogado explicó que se ha descuidado tanto la construcción del sistema institucional de gestión, en todos sus niveles, que la violencia aparece como el único recurso activo.

Enfatizó en el estudio de las regularidades de los conflictos, especialmente, los que están inscriptos en estructuras de mercado (robo de vehículos, de celulares, de armas, de medicamentos, trata y tráfico de personas). Aclaró que los mercados ilegales están acaballados con zonas grises de los mercados legales.

 

*La imagen fue extraída de lagaceta.com.ar

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